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Cita del día para recordar:

lunes, 1 de noviembre de 2010

Asesinos

el triunfo de la muerte

 

“El príncipe posee en las montañas numerosos y hermosos palacios, rodeados de altos muros, de tal modo que nadie puede entrar más que por una puerta pequeña y bien protegida. En estos palacios tiene a muchos de los hijos de los campesinos, que son criados allí desde su más tierna infancia. Les han enseñado varias lenguas, como latín, griego, romano, sarraceno, así como muchas otras. Los maestros enseñan a estos jóvenes, desde edad muy temprana hasta que se hacen adultos, a obedecer todas las palabras y órdenes del señor de su tierra, y se les dice que, si lo hacen así, él, que tiene el poder sobre todas las cosas vivas, les permitirá el acceso a las alegrías del paraíso. También se les enseña que no pueden salvarse si resisten su voluntad de alguna forma. Desde el momento que son tomados, cuando aún son niños, no ven a nadie excepto a sus profesores y maestros, y no reciben otra instrucción hasta que son llamados a la presencia del príncipe para asesinar a alguien. Cuando se encuentran en presencia de este príncipe, él les pregunta si están dispuestos a obedecer sus órdenes, para saber si puede otorgarles el paraíso. A continuación, tal y como se les ha enseñado, y sin la menor objeción o duda, se arrojan a sus pies y contestan con fervor que le obedecerán en todo aquello que él se digne ordenarles. Después, el príncipe entrega a cada uno de ellos una daga dorada y les envía a asesinar a cualquier otro príncipe que él mismo haya señalado.”

Gerhard de Estrasburgo

 

835 años después poco a cambiado. El viejo de la montaña sigue oculto entre otras montañas, promete el paraíso y lo avala mediante el dinero. No entrega una daga a sus muchos seguidores, ahora entrega un fusil, una pistola, un cinto de dinamita… Como entonces, sus seguidores darán la vida por él y por su Dios imbuidos de la fe ciega que sólo crea locos fanáticos.

Que poco a cambiado todo. La tecnología avanza a pasos agigantados y en vez de usarla para mejorar la vida del ser humano, se torna en procurar la eliminación masiva, cuanto mayor y más rápida mejor. El fanatismo viene dado por todas partes. Da igual que el Dios sea blanco, negro o amarillo; es igual que hable lenguas orientales u occidentales. Siempre hay un grupo de poder que coge a los hijos de los campesinos y los adoctrina desde bien pequeños enseñándoles que esta bien y que esta mal, siempre mirando a los intereses del poder, nunca a los del pueblo. Y, así, ciegos, sordos y mudos se entregan sumisamente y con fe ciega a los mandatos de los príncipes.

Menos mal que todavía quedan “hijos del pueblo” que consiguen evitar esas doctrinas y, libres desde sus corazones, corean por un nuevo mundo donde los príncipes sólo sean una leyenda.

 

“El primero de nuestros deberes es poner en claro cuál es nuestra idea del deber”.
Maurice Maeterlinck

 

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