Frente a la barra
de la taberna
levanto la jarra
y brindo con ella.
¡Por una tierra
sin dioses, reyes
ni banderas!.
Entonces un viejo
se me acerca
y me dice,
a modo de conseja,
-Necio, no existe aquí tal tierra.
Le miro a los ojos,
sonrió de oreja a oreja
vaciando la jarra
le hago una gorjea
y muy serio contesto
-¡Pues el otro lado me espera!
De dos zancadas
cruzo la taberna
en la calle ni un alma,
la noche esta serena.
Hacia el puerto voy
en busca de mi goleta.
Suelto amarras
e izo las velas
del puerto salgo
de pie sobre cubierta
en la mente fija una idea
-¡Pues el otro lado me espera!
Nubes grises amenazan
con terrible tormenta,
las velas se hinchan
por fuerza de la galerna
y serpentean los cabos
sobre la cubierta.
Agarro el timón con fuerza.
Ya siento la fría lluvia
golpeando mi cabeza
Y la espuma blanca
inunda la bodega
más firme sigo
-¡Pues el otro lado me espera!
Se parten los mástiles
cruje la madera
veo como se hunde
mi pobre goleta
bajo la burla
de la luna negra.
Me sumerjo en el agua
allá se va mi osamenta
a reunirse con corales
y madreperlas
mientras mi alma vuela
hacia esa otra tierra
-¡Pues el otro lado me espera!
Hacia ese lugar eterno
donde no existen
dioses, reyes ni banderas.
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