Cuando nuestros huesos acaben en la tierra
Y de nosotros no quede más que la calavera
Marchitos laureles, triunfos de cesar
Versos que en apiladas hojas amarillean
Cantos perdidos que nos recuerdan
Esta arrogancia que nos llena
Igualándonos a la apagada vela,
Que con su vida casi entera,
Orgullosa espera ser descubierta
Para iluminar de nuevo,
En pavorosas noches de tormenta.
Todo será polvo cubriendo en fina patena
La gloria, ya perdida, del paso por la tierra.
Y rogamos que una leve brisa de conciencia
Se lo lleve volando y lo extienda
Como enjambres de moscas en carroña fresca.
Y volvamos a brillar cual rocío en primavera.
En ese cajón queda, la vanidad del poeta.
Gracias a Quim Samaruc Solans por encontrar el vídeo perfecto.
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