Suenan… suenan las palabras.
Mentiras disfrazadas tras los cristales
que dejaste ensuciarse.
Empañados se volvieron translucidos.
Me asomo, más no consigo ver.
Escucho tu voz de nuevo,
eco del pasado, vacía de ilusión,
suena monótona y burlona.
Eres como el pájaro del diablo,
cantando con lengua muerta.
Me acerco a este cristal opaco
donde no hay rendija ni bisagra
con la que poder girar y abrirla,
dejar entrar la brisa fresca,
renovar el rancio aroma estancado.
Odio el cristal que no me deja verte.
Maldigo tener que adivinar tu mirada.
Necesito pasear mis ojos por tus rasgos,
sendas de la verdad y la mentira.
Se que me mientes.
Se que seguirás oprimiéndome.
No importa quien te guíe,
el camino está marcado
y nadie se desvía de su ruta.
Oigo el sonido tras los cristales
sucios de palabras pomposas.
Esta noche romperé la ventana,
dejaré que el aire entre,
rodee mi cuerpo
y exilie de el
la cacofonía de tu voz.
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