Con suave fuego sacas la esencia
de palos sumergidos bajo la tierra.
Agua oscura, no dejes que hierva,
y fuera del fuego tapa la tetera.
Todo el chocolate, de negra tableta,
y una cuchara de mantequilla llena
se han de bañar, en una cazuela,
con el agua de regaliz ya morena.
Poco a poco remueves la mezcla
calentando hasta que desaparezca
y una crema espesa todo ello sea.
Cuando así lo tengas, si lo pruebas,
te dará sabores que aun recuerdas.
Chocolates amargos en la lengua,
el regaliz fresco muestra su presencia
y quizá al final, seguro que sientas,
el sabor a juanolas de regaliz y menta.
¡¡¡Que lo disfrutéis!!!
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