Cuando la oscuridad se va   
y el sol despunta por el este,    
hay una palabra que dibuja    
colores en nuestra mente. 
Amanecer.
Y la palabra es verbo,   
pasado perfecto simple. 
Amaneció.
El verbo se rompe en dos:   
verbo y adjetivo.    
Imperativo uno,    
despectivo el otro. 
La luz derramada   
te grita al oído    
esa nuevas palabras 
¡Ama necio!
Y el amanecer pasado   
se torna en la felicidad    
del recién estrenado día. 
   
    


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