Siente en la mañana, ¡cara mía!
la fría lluvia resbalando como miel
mientras tu la recibes con alegría
gozosa por que temple tu febril piel
ardiente de placer por el reencuentro
que tendrás conmigo hoy en el centro.
Corre veloz, no pares mi amada
que esperando estoy deshecho
en esta plaza abandonada
con la congoja en mi pecho
junto a la estatua arrogante
del apolíneo Perseo Triunfante
Como me gustaría poder ofrecerte
a ti querida delicada y hermosa mía
la cabeza de la Gorgona maloliente
librándonos así de esta maldita arpía
que nos impide reunirnos por miedo
en la sombría frescura del hayedo.
Ven mi amada, corre desesperada
siento que algo dentro se a roto
y ya hasta mi alma está destrozada
ni si quiera oigo el alboroto
que mi caída al suelo de repente
a producido entre toda la gente.
Si pudiera sentir otra vez tus labios
y el roce del pelo en mi frente
perdonaría todos los desagravios
de esta muerte indecente.
Pero no ¡para, detente! amada mía
da la vuelta no beses mi piel ya fría.
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