Nuestras cuadernas se mezclan con corales
y surge, tras la muerte, ¡vida!
Fuimos árboles navegando lejos de la dura tierra,
para acabar plantados en mares de arena fina.
Caracolas ciegas se alimentan de nuestro fruto.
Sobre nuestra corteza se frotan escamas,
ya no quedan marañas de pelo en ella.
No nos busques, déjanos crecer con ramas de piedra,
que las algas simulen nuestra rebelde cabellera
como si fuéramos sauces junto a la ribera.

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