
La xana dorada que nos deleita cada amanecer con sus cantos vivifica los campos de la mañana a la noche, momento en que se esconde para dejar paso a su hermana Selene que vigila nuestros sueños.
El travieso elfo mimetizándose entre los árboles, mientras conversa con ellos, nos acaricia con sus manos cuando atravesamos el bosque y si nos percatamos de su presencia huye veloz dejando una estela de verdor que se encarga de mover un ñuberu juguetón que pasa rozando las hojas con su vuelo inquieto. Y allí bajo grandes rocas un hábil salamandra, como buen espíritu del fuego, prepara las hogueras que darán el calor nocturno a los pequeños habitantes y germinará nuevos y robustos árboles.
Todos ellos interpretando la canción de la vida entre la fronda del bosque de robles y encinas, los campos de brezos y los montes de hielos eternos.
El travieso elfo mimetizándose entre los árboles, mientras conversa con ellos, nos acaricia con sus manos cuando atravesamos el bosque y si nos percatamos de su presencia huye veloz dejando una estela de verdor que se encarga de mover un ñuberu juguetón que pasa rozando las hojas con su vuelo inquieto. Y allí bajo grandes rocas un hábil salamandra, como buen espíritu del fuego, prepara las hogueras que darán el calor nocturno a los pequeños habitantes y germinará nuevos y robustos árboles.
Todos ellos interpretando la canción de la vida entre la fronda del bosque de robles y encinas, los campos de brezos y los montes de hielos eternos.

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