¡Oh Belcebú!, señor de las moscas, extiende
la brillante mierda para atraer a tus criaturas.
Ciega nuestros ojos con el brillo del poder
Tápanos los oídos con sonido de dinero
Satura nuestro olfato con el hedor del miedo
Y alimenta nuestra carne con la lujuria del deseo.
Haz todo ello y evita que mancillen mi cerebro
imágenes de miseria y sufrimiento.
¡Que nunca se acerquen a mi cuerpo!
Malditos desheredados de la la tierra
que arrastran sus cuerpos en el fango
de miserables vidas pasajeras.
Líbrame, Belcebú, y mi alma será tuya.
Aunque ello suponga mi condena…
0 comentarios:
Publicar un comentario