Veo tus palabras dirigiéndose
como un poderoso ejercito.
A la vanguardia la indiferencia,
le siguen el rencor y orgullo,
cubre la retirada el olvido.
Golpean con afiladas dagas
este corazón que muere contento
porque, aún en tú desprecio,
habita mi recuerdo.
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